El Rincón de Tonín

Hola amiguitos y amiguitas de PB digital, aquí estamos otra vez. Al ver el corto “mi mejor amigo”, sin saber ni como ni porqué me emocioné, y me salió lo que a continuación van a leer. Sin más, esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

EL SILENCIO DEL AGUA

Estaba quemado, harto de aguantar al jefe, y hastiado de una vida llena de compromisos y obligaciones, y escasa de libertad y buenos momentos.

Sentado en la taza del servicio aumentaba aún más si cabe su enfado. No podía evitar cada vez que iba al baño ver el nombre de la marca impreso en la porcelana.

Hace un par de años que había hecho la reforma, obligado por el deterioro de las instalaciones y no por la imposición de comodidades creadas y no siempre innecesarias. Todo lo dejó en manos de su amigo Ángel, tenía plena confianza en una persona honesta y humilde, de esas que quedan pocas.

A él le gustaban las piedras, incluso que le llamaran como ellas. Lo de roca le daba un poco igual, pero se fabricaba aquí, era aceptable su calidad-precio, y eran los saneamientos de toda la vida.
Después de abandonar el servicio, y lavarse las manos, notaba que lo que acababa de hacer era lo mismo que los jefes de la marca habían hecho con sus trabajadores. Los habían tirado por las tuberías y los habían dejado en lo más profundo de una depuradora inservible. Lo segundo era lo que hacían los gobiernos, lavarse las manos y permitir que empresas que tienen beneficios se acojan a la terrorista reforma laboral y despidan a trabajadores que saldrán más baratos en otros países menos desarrollados.

El aire contaminado, las injusticias sociales, el trabajo esclavo, le tenían saturado. La música era un pequeño alivio, la carrera por el bosque también, pero no sabía hasta cuando esto sería suficiente.

Estaba en la cocina preparándose un poquito de repollo con unos garbanzos cuando sonó el teléfono. Era su amigo Dani que le llamaba para que se fuera a pasar el día a su pueblo. Unos instantes de duda le llevaron a aceptar la propuesta sin pensárselo dos veces, necesitaba una desconexión brutal y tranquila.

Dentro del coche, con los Led Zeppelín de fondo, esperaba a su amigo. Este entró raudo, se dieron un cálido abrazo, y rápido le explicó los planes para ese día. Le empezó a hablar de su pueblo, de lo bonito que era, de que formaba parte de la Andalucía de Ávila, que se llamaba Pedro Bernardo, que estaba en la Sierra de Gredos, y que era realmente fascinante.

Cuando el trayecto llegaba a su final, y el pueblo se divisaba desde la dehesa en lo alto de la montaña, el conductor empezaba a sentir algo extraño, como una paz inmensa que le recorría desde las uñas de los pies hasta alcanzarle los últimos pelos de la cabeza.

Una vez aparcado el coche en su destino final, les estaban esperando tres amigos más, breves presentaciones, y a enseñar al visitante los innumerables rincones de belleza e invisible encanto; el mirador del Rollo, desde donde se proyecta una panorámica de valle que arrastran a los sentidos a una desesperada felicidad, la Fuente de los Chorros y de las vivencias, la iglesia, el Santo, las calles, las casas, y los callejones que callan historias y aventuras, y queman los cartuchos de la juventud.

Javi ya no tenía memoria negativa, estaba sonriente y feliz, y eso que todavía no sabía que le quedaba lo mejor por disfrutar, ¡la naturaleza!
Subieron a la montaña, bordearon la falda de los riscos, contemplaron el vuelo de las rapaces, palparon la tierra húmeda, y acabaron en el paraíso, en el lugar donde la vida natural explota en múltiples y maravillosos colores, la garganta de nombre mágico, La Eliza.

Allí nuestro amigo veía el verde, los tonos variados de las hojas de los árboles, y los más colosal y maravilloso, escuchaba el silencio del agua, ese ruido imaginario que a los seres urbanos nos hace quedarnos totalmente mudos y totalmente paralizados.

Sentados alrededor de un charco estaban los buenos amigos con su mejor amigo, entre “cantos”, o como decían los del lugar, “gorronas”, hablando de sus vidas, compartiendo problemas. Estaban cómodos, se sentían a gusto. Tenían algo más valioso que el oro, incluso que el petróleo, compartían un tesoro, su amistad, y qué mejor que hacerlo en armonía con la naturaleza.
Una vez más hablaron de cine, de su principal pasión, de sus películas favoritas, de los clásicos que les hicieron y continúan haciéndoles dichosos. El celuloide les transportaba a través de la pantalla a un mundo de fantasía y realidad que les rescataba de la normalidad y de las dificultades cotidianas.

Nuestros protagonistas en plenas confidencias afirmaban que no hacían falta tantas cosas absurdas para ser felices. Daniel recordaba las palabras de un artículo que leyó en el blog que tan bien llevaba su amigo Chema, que venía a decir que es mejor ser feliz haciendo las cosas que a uno le gustan que intentar alcanzar una vida de coches de lujo, cuentas en Suiza y altos cargos.
Ellos lo tenían todo en ese instante, aire puro y limpio, un paisaje edénico, y su propia compañía, ¿quién podía superar su riqueza?

Tocaba la hora de la despedida, los chicos de Madrid se despidieron de los que se quedaban en el pueblo, fueron a la casa del anfitrión, echaron la última ojeada al inmenso valle y se despidieron hasta la próxima de un pueblo que desprendía salud a borbotones e irradiaba buenas vibraciones con la fuerza de un torrente desbocado.

Una vez en la urbe, Javi y Dani se dijeron adiós, no sin antes recordarle al fugaz visitante que el descendiente cucharero estaba para lo que necesitara, que no dudara en llamarle siempre que quisiera, y que tenía el pueblo a su disposición.

Desde otro punto de Madrid la piedra que nunca se convirtió en roca esta emocionada. Esta disfrutando de un corto, en donde sólo la música le esta proporcionando muy buen rollo, y en donde el mensaje del mismo le recuerda mucho a lo que de vez en cuando su bolígrafo le deja transmitir en sus escritos.

Sus ojos no ven los medios, los actores, o la producción. Sólo son capaces de sentir una enorme paz y una placentera emoción. Las manos han dejado de estar quietas y se han visto obligadas a escribir que todavía quedan personas sensibles que son capaces de ser felices haciendo lo que les gusta y de provocar que los demás sean partícipes de esa felicidad.

ANTONIO CABRERO DÍAZ. TOÑÍN

3 comentarios:

  1. Desde Turquía... No hay nada mejor q poder seguir pbdigital y a la gente q aprecias... Un saludo muy cucharero...

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    1. Se me olvidó... Soy el del blog del viajero q está de viaje... Albertillo

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    2. GRACIAS TOÑIN. HAS ESCRITO EXÁCTAMENTE SOBRE LO QUE "MI QUERIDO AMIGO" REPRESENTA Y LO QUE QUISE EXPRESAR CON ÉL. OJALÁ TODOS LO VEAN ASÍ Y LO VALOREN COMO TÚ LO HAS HECHO. UN ABRAZO.

      Daniel Andrés.

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