Por Antonio Cabrero Díaz
Hola amiguitas y amiguitos de PBdigital aquí estamos otra
vez. Se preguntarán el porqué de que la introducción a mi escrito de un tiempo
a esta parte sea tan extensa. La respuesta es muy sencilla, es porque hay
personas que me han comentado que leen la editorial del artículo, y si el tema
a tratar les interesa siguen con la lectura, o sino lo dejan en este punto
concreto.
Hoy todos aquellos que esperan ansiosamente a que lleguen
las nueve de la mañana del viernes con el cuchillo del disgusto entre los
dientes, para ver si me pillan algún fallo o alguna contradicción, para ponerme
en mi sitio, y desvirtuar y afear mi mensaje, y demostrar que soy muy mala
persona, están de enhorabuena.
A continuación van a leer mi opinión acerca de un grupo
humorístico que tuvo mucho éxito en mi juventud, y que en la actualidad han
renovado actores y nos hacen partirnos de risa todos los viernes después del
consejo de ministros.
Sin más, esperando
que les guste, y que les disguste, les dejo con:
LA TRINCA
A todos los Atléticos de Madrid porque tarde o temprano
saldrá el sol, y cuando esto ocurra complementará la alegría que posee un indio
de haber resistido los ataques exterminadores del hombre blanco.
Viernes al mediodía, aparecen en televisión tres personas,
bueno tres personajes. Uno es calvo, tiene un apellido desde el cual muchos se
caen, y a mí me recuerda a Coco, solo le falta pintarle de azul. A su lado hay
una chica, yo diría un teleñeco, y no porque la manejen los bancos y empresas,
sino porque es idéntica a la cerdita Peggy. Junto a ella un hombrecillo, otro
muñeco de gomaespuma, que dice las frases en orden correcto, pero que es el
mismo maestro Yoda.
Comienzan su actuación entre sonrisas, no se sabe muy bien
por qué, si es de nerviosismo, o por la tranquilidad de tener los deberes
hechos y la lección aprendida, que les ha mandado su jefe, el reportero más
dicharachero, la rana Gustavo.
Enfrente de ellos están los mayores, y detrás de los
mayores, al otro lado de la pantalla, los adultos que son tratados como niños,
y los cuales se acomodan en su sillón, con las palomitas, para disfrutar del
espectáculo, y con la seguridad de que los impuestos y los precios por ver el
mismo no van a subir.
Los tres amigos comienzan por todo lo alto, entre una
pirueta, y un triple salto, Coco asegura que en el año 2014 habrán muchas más
personas que podrán pagar por verles, y es que en la actualidad son 6.202.700
personas las que no pueden hacerlo.
Peggy lamenta que en el año que llevan dirigiendo el circo
no haya conseguido que la situación del público mejore, y que mayores y
pequeños sean aplastados por los elefantes y devorados por los leones.
Yoda, elevándose por encima de la mesa, y con una espada de
Damocles y no láser, nos hacer ver lo divertido de la paradoja, y lo que mola
mentir, y que de lo prometido pues nada cumplido ha, pero es normal porque
nadie en su sano juicio que asiste a una representación teatral se cree que lo
allí visto y oído sea verdad.
El público pregunta, y desde sus casas la plebe aplaude, qué
gran actuación, la magia ocupa el espacio, y la ilusión brota de la capacidad
de informar de nada y que parezca que se han contado muchas cosas, y que éstas
en vez de ser negativas parezcan esperanzadoras y positivas.
“La trinca esta que se sale”, pienso yo, han gustado, han
hecho lo que dice una canción de Leño sobre los políticos importantes, perdón
actores importantes, “siempre sabe lo que dice, siempre se sabe callar”.
Allí están los tres en su tribuna partiéndose la caja,
desternillándose de la risa, ¿qué es lo que la provoca?, ¿su memorable
representación?, ¿el que 2.000.000 de familias no tengan ningún ingreso?, ¿qué
haya un 57% de paro juvenil?, o ¿que lleguemos a los 7.000.000 de parados?
La verdad que son datos estos para disfrutar, pasarlo bien y
continuar otros tres años más alegrándonos la vida. ¿Y si los espectadores se
cabrean?, y les da por llamarlos hijos de puta, y los tiran tomates con la
intención de darles y hacerles daño, ¿qué serían?, ¿nazis, intolerantes o
agresivos?
El trío ha conseguido su objetivo, la función ha sido un
éxito, la gente les ovaciona, y desiste de esperarles a la salida de sala,
donde en otro tiempo era rodeada para pedirles explicaciones, pero los
malabares, movidos arriba y abajo, del miedo, la insolidaridad y la
culpabilidad personal, han hipnotizado con sus figuras geométricas e
imaginarias las pocas mentes que defendían otro tipo de educación y cultura, y
otro tipo de espectáculos.
Yo no me he reído nada, no me han hecho ninguna gracia, en
cuanto les he visto aparecer he bajado el volumen del receptor y he subido el
del equipo de música, de donde salía un magnífico punteo con destellos de rock.
Esa música que tuvo y tiene un éxito extraordinario, y que ha sido y es un
desahogo para todos los que sufren las injusticias del sistema, y que ha
denunciado y denuncia los abusos del poder.
“No creas en falsas promesas de un programa electoral,
acabarás en la cuneta y de ti no se acordarán… callaté…la banca siempre gana…”.
Verdades como templos, y sí no miren los resultados que ha obtenido el partido
que nos mal gobierna ahora, como consecuencia de sus políticas en contra del
interés general del pueblo.
Los datos nos demuestran que las elecciones solo sirven para
que la dictadura de los dos partidos mayoritarios se perpetúe. Y que lo que
prometen en campaña lo utilizan para ganar unas elecciones y no necesariamente
para cumplir y llevar a cabo lo prometido.
Después de leer esto entiendo que en vez de insultar y poner
en la calle a los que mandan, lo normal es que me insulten a mí, a mí persona y
lo que expreso, no obstante yo soy culpable de denunciar la mala actuación de
estos aspirantes a actores fraudulentos, egoístas, mentirosos, ladrones, y
estafadores.
Sigan apoyándoles y riéndoles las gracias, y aplaudiéndoles,
que más temprano que tarde conseguirán y contribuirán a que el agua que tenemos
al cuello no sobrepase a todos y nos ahogue, pero aún así los responsables de
todos nuestros males seguirán siendo aquellos que lo avisaron, que lo vieron
venir, y que lucharon para que no sucediera. Aquellos que se les ve el plumero,
aquellos que son intolerantes y agresivos, y no sé cuantas estupideces más.
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