Hola amiguitos y amiguitas de PB digital, aquí estamos
otra vez, siendo conscientes de la suerte que tenemos de poder contarlo, y
teniendo claro que la locura es mucho mas bonita que la navidad, comienzo el
año hablándoles de nuestro querido euro, de uno solo, o solo uno, sin
más, esperando que os guste, y os disguste, os dejo con:
UN EURO
Un saludo a Roberto, que fue Alcatraz de joven,y que tuvo el
talento y la gracia de demostrar que no es un "arrimao", y a Luis
"Vinagre", que debería seguir los consejos de mi padre y no
hacerme caso, ambos son, sin duda, buena gente que camina.
Un abrazo a Satur, que ya sabe que aquí estaremos
cada vez que venga para lo que haga falta y necesite.
Entro en el polideportivo, que una vez fue público y
ahora es de concesión privada, llego a los vestuarios, me
siento en un banco para cambiarme, recojo mis cosas, cojo la mochila y saco el
euro para guardarla en las taquillas, lo miro y noto en el algo especial.
Delante de la taquilla abro mi mano, o me la abre él, y veo que la moneda tiene cara,
que no es un águila ni un trébol ni un euritmo, tiene el
rostro del rey puesto por el dictador, que prudentemente dibuja una amplia
sonrisa.
Acabo mi entrenamiento y de vuelta a casa noto como del
bolsillo de mi altus sale un potente brillo, a la vez oigo ruido, no lo
distingo muy bien, se mezclan ideas, son gritos quizás, tal vez
carcajadas, tengo suerte y el ruido de los coches hace que la Avenida de los
Poblados se convierta en una macro discoteca, y que el terreno donde estaba la
cárcel no muestre ni un destello de memoria.
Estoy en la colmena, en la quinta celda, en el habitáculo
cuarto, me dispongo a comer, continuo oyendo sonidos, ahora los distingo bien,
son estruendosas carcajadas, provienen del lugar antes mencionado, ya no hay
marcha atrás, venzo el miedo, abro el bolsillo y saco un euro.
Nuestro amigo metálico tiene vida, la boca abierta, y esta
partiéndose de risa, parece que con la mirada me indica algo, que me conduce a
una fecha que tengo anotada en un viejo calendario. Es el 2002, en enero
escribí, "unas ruffles costaban 100 pesetas, ahora cuestan 1 euro, o lo
que es lo mismo 166 pesetas, ¡nos la han clavado bien!
Mi sangre fluye lentamente porque mi cerebro no necesita mas
cantidad para entender la situación, por fin comprendo todo,él que lleva tanto tiempo ahí guardado, casi
tanto como yo entrenando, me quiere decir que me ha vuelto a ganar, que una vez
mas me ha derrotado, y que nunca jamás perdió ni perderá.
El representante del capital, de la injusticia social, de la
desigualdad para todos, la ha vuelto a liar, ha vuelto a armarla, ha vuelto a
estrangular los cuellos que salen de los monederos de los más débiles y
necesitados.
Estoy sentado, recibiendo miles de ideas que parecen
impulsos nerviosos, pero mantengo la calma, él esta de lado, altivo,
desafiante, con la confianza del que se sabe ganador, pero en cuestión de
segundos su poder se puede venir abajo.
Cuando los ojos del monarca miran su opulento dorso
aprovecho para cogerle y cerrarle en mi puño con fuerza, con tal brío que
comienza a gotear un hilillo de sangre entre mis falanges, pero no presto
atención al dolor porque se que es peor la sumisión, abro la ventana y lo lanzo
lo mas lejos posible y lo hago con tal fuerza que puedo ver como vuela hasta el
pico mas alto de la Sierra de Madrid, en donde quedara congelado y enterrado en
la nieve para siempre.
A la mañana siguiente, ligero, libre de una pesada carga,
acompaño a mi vecina Pili, jubilada, con una pensión ridícula, y con una
enfermedad crónica, a la farmacia debajo de mi casa a por las recetas que le ha
mandado el médico porque las necesita para mantener su salud y su vida.
Las puertas de la botica se abren solas, como si los
milagros existieran, y entramos los dos acompañados pero no por él, saludamos a la boticaria, que no
tiene manos para tantos papeles y tan pocos clientes.
Es nuestro turno, llega la hora de los valientes, es el
momento de vencer el miedo con el que nos amenazan los inhumanos desde sus
lujosos despachos, los que cuando se operan les reservan hospitales y vidas
ajenas a su entera disposición.
Pilar pide sus recetas, se las dan, y a continuación le
indican que tiene que pagar 1 EURO por cada una de ellas, porque así se le ha
antojado al que preside la Comunidad de Madrid sin haberle votado nadie, porque
así lo quiere el que se ha saltado la ley que el mismo hace, y en ese triste e
injusto instante me planto, y le digo que no puede ser, que esa moneda, que ese
duro señor, ha sido enviado al infierno blanco mas remoto, y que por este motivo
no le tenemos.
Estoy pletórico, ni la amenaza de multa y el consiguiente
recargo pueden con mi plenitud, y pido los impresos para rellenar, con justicia
a modo de letras, en donde objeto a la tasa impuesta por un ser que es de todo
menos bueno.
Luce el sol en un radiante día, me recibe en el parque el
banco, me acoge con los apoyos metálicos a modo de brazos abiertos, y me da la
enhorabuena, y me comenta con discreción que ha oído a muchas personas que han
pasado por su regazo decir que ellos tampoco han pagado el recetazo.
Una vez se consiga que retiren el euro por receta, habrá que
ir pensando en que hacer con el billete de cinco, al cual le veo cada día mas
remolón, y mas guasón,
incluso prepotente, es normal, ha pasado de actor secundario a actor principal
en la película producida y dirigida por la Consejería, "paguemos el
transporte de ambulancia los más impedidos"
Se oye un rumor por las esquinas, y es que las máquinas mas
humildes se están aliando con los hombres, y están plantando cara a los que las
explotan y oprimen, sin ir mas lejos, el día antes del "uno", el día
que iba a entrar el "cinco", una ambulancia frenó en seco, sacó a
su conductor por la ventana, se hizo dueña de de sus puertas, de sus asientos,
de su volante, y se tiró todo el día llevando enfermos de un lado para otro, del
hospital a casa, y de casa a centros de salud, sin cobrar nada a nadie.
El camino esta marcado, y somos
nosotros los que debemos decidir, si estamos con ellos, o con nosotros mismos,
yo lo tengo claro, ya he enterrado 1 euro, y tengo preparada una hoguera con
los recortes de prensa de los estómagos agradecidos, en donde quemaré todos los billetes de 5 euros que
intenten acabar con los derechos y libertades de aquellas personas que mas
necesitan y mas han trabajado y pagado.
ANTONIO
CABRERO DÍAZ. TOÑÍN
La culpa es nuestra, ¿a quien se le ocurre tener la sesunda mayor esperanza de vida del mundo? Hay que palmar a los 70, asi seguro que no hay deficit en la sanidad ni en las pensiones. Y cuadran las cuentas. La culpa es de medicos, enfermeros y boticarios por ser buenos profesionales y tratarles con humanidad a los enfermos, lo que tenemos que hacer es ayudar a controlar el deficit.
ResponderEliminarPepe
Yo si fuera un euro tambien me reiria del monillo...jajajaja
ResponderEliminarEl anonimo
Buen artículo para comenzar el año.
ResponderEliminarPor cierto, a Ana Botella tampoco le ha votado nadie y ahí está haciendo lo que le da la gana.
DEMOCRACIA REAL YA!!!!
Ángel
Me alegra que reaparezca el anonimo desconozido
ResponderEliminarGenial artículo, Toñín. Un placer leerte cada viernes.
ResponderEliminarLo del euro en otros países está más que asumido. Sin embargo los médicos tienen la libertad de imponerte ese coste ó no según la situación del paciente.
ResponderEliminarUn abrazo
Satur
Por cierto a Luis no le he visto. Le ví descargar su pájaro motorizado pero nada más