El Rincón de Toñín


Hola amiguitos de pbdigital, aquí estamos otra vez, hoy toca un poco de realidad cotidiana, si les va a producir malestar o les va a cabrear lo escrito, no lo lean, pues no es obligatorio hacerlo, por mucho que algunos digan que escribo para que me lean ¿eh?, a los cuales recuerdo que doy mi opinión, y que jamás me he creído en posesión de la verdad absoluta, es decir que asumo que puedo estar equivocado y que otros puedan tener razón, sin más, esperando que os guste, y sobretodo que os disguste, os dejo con:

¡A TRAICIÓN!

Dedicado a la buena gente que camina, como Sylvie “la francesa” (a la cual saludé en el artículo anterior), porque es una buena persona con mayúsculas, y porque este mal o bien, pase por malos o buenos momentos, siempre es amable y atenta con todo el mundo, y conmigo en particular.

Antes de ponerme a escribir escuché una cinta TDK de 90, en donde tengo grabados a Topo, “marea negra”, y Ángeles del Infierno, su primer disco, una mezcla rara pero muy típica de los ochenta, rock suave con rock duro, o mejor dicho rock con heavy.
La letra de una canción de los Ángeles retumbaba en mi interior sin parar, “…sangre en la tierra, fuego en el cielo, es el principio del fin…”, que es más o menos lo que ha supuesto para las clases medias y para el trabajador la reforma laboral.

“…Un aire frío hiela la sangre de tu cuerpo, el cielo se oscurece, la tierra se estremece, jinetes negros cabalgan ya, quemando el aire al pasar, como un pesadilla, sembrando miedo, muerte y terror…”

Las letras grabadas en mi mente describen lo que deben sentir aquellas personas que ven como vienen los jinetes negros a echarles de sus casas, a dejarlos en la calle, lo que les debe provocar que un aire frío hiele la sangre de su cuerpo, llevándoles a la desesperación e incluso a quitarse la vida mediante el suicidio.

Es un vergüenza ver como la injusticia se adueña de una maltrecha democracia y se hace normal a nuestros ojos, es increíble que más de quinientas familias sean desahuciadas a diario en nuestro país, y nadie grite, provocando que quede en el aire el aroma de que el desahuciado tuvo el fin que se buscó, y de que nosotros estamos muy alejados de él y su situación.
España esta llena de construcciones nuevas, sin habitar, de miles de pisos vacíos, y a familias, a mujeres con hijos, a señores ancianos que avalaron a sus descendientes, se les echa a la calle sin ningún miramiento, mientras que a los bancos que les embargan y condenan se les inyectan miles de millones de euros para que continúen robándonos y estafándonos.

“…Sangre, sangre, sangre…”, una nueva canción ocupa el hueco que deja el silencio, me hace caer en la cuenta de que van tres víctimas mortales, de que tres personas han derramado su sangre por culpa de la avaricia de las entidades financieras, la irresponsabilidad de los partidos políticos y por nuestra nula capacidad de respuesta.

Los temas sociales van pasando por mi cabeza a una velocidad de vértigo, son como piedras lanzadas con intención de hacer daño, a las cuales esquivo haciendo cosas que me gustan, yendo a la Casa Campo, escuchando rock, o tomando cañas.
Intento que la angustia que me produce la impotencia no entre por mis venas desplazando mi sangre, y me conduzca a un estado permanente de crispación y desengaño, pero hay veces en que la realidad se escapa del televisor, se introduce en nuestro cuerpo y golpea con dureza nuestra mente.
La reforma laboral no solo no ha creado trabajo, sino que ha llevado al paro a casi un millón de personas, lo que demuestra que el objetivo de la clandestina reforma de la constitución, llevada a cabo por los dos partidos mayoritarios, era que las grandes multinacionales sigan manteniendo sus beneficios, y que la clase media trabajadora quede totalmente destruida.

“Casi un millón de personas”, es un dato invisible, que no significa nada entre miles de cifras, pero es un número que esconde miles de caras, miles de personas, de dramas, de situaciones al límite, de vulneración de derechos, y de desprotección social.

Un día cualquiera, al salir del curro, quedas con los amigos a tomar unas cañas, hablas de la situación actual, un poquito de fútbol, nuestro último viaje, como anda el resto de la panda, un saludo y a casita.

A la mañana siguiente te dicen en las oficinas que te presentes por la tarde en la sede central de la empresa, que quieren hablar contigo, y tú, incauto de ti, sin esperar nada que se salga de lo normal, acudes obediente a la cita.

Una vez que llegas al edificio, una secretaria te recibe y te lleva a un despacho al borde de lo grandioso, allí te espera un tipo sin rostro, sin principios, sin escrúpulos, con una carta en la mano, y te dice que te sientes, ¡qué estas despedido!, así, a bocajarro, así, ¡a traición!
En ese instante tu cerebro se paraliza, esta atenazado por la sorpresa, por miles de miedosas interrogantes que luchan por llegar la primera a lo más alto de tu cabeza, hasta que una mueve tu boca y habla por ti, y le pregunta al tipo que tiene un PC por corazón que si ha hecho algo mal.

El perro, con el traje planchado por la insensibilidad, utiliza otra voz que no es la suya, es la de su amo, y te contesta que según la reforma laboral la empresa no ha llegado a los beneficios marcados, y que prevé que haya pérdidas, a la vez te explica que te indemnizarán, por no haberte avisado con quince días de antelación, y con veinte días por año trabajado, que , estés o no de acuerdo, firmes o no, denuncies o no, te va a dar lo mismo, así que vas tú y firmas tu sentencia de muerte, la condena de un inocente.

Perdiendo la dignidad que le falta a tu interlocutor, pensando en los tuyos, le imploras mediante una rebaja abusiva de tu sueldo que no te despidan, incluso le aseguras que trabajarás más horas, pero no te sirve de nada, la decisión estaba tomada y planeada de antemano.
El esbirro empresarial, al cual la ley protege y premia, te indica que no vuelvas a tu puesto, que ya estás dado de baja en la seguridad social, y a la vez que te dice esto esta pensando que dentro de cinco minutos ha quedado con la persona que va a ocupar tu lugar, la cual va a cobrar bastante menos de lo que tú cobrabas, y te despacha  lo más frío y rápido posible de lo que es capaz un hombre de bien, un hombre de negocios, un hombre sin alma.

Ahí te quedas, en la puta calle, con un dinero ridículo, una familia, unos pagos, y en el paro, camino de la desesperación y la ruina, y piensas en la bonita manera que tiene tu Estado y tu gobierno de cumplir con su obligación, que es defender el bienestar y los derechos de sus ciudadanos.


 Esto que acabo de escribir no es un cuento, ni una fábula, ni nada de lo que conocen aquellos que saben mucho de filología y me corrigen, es la vida misma, en donde la gente se suicida cuando le quitan su casa, y en donde a la gente la despiden sin otro motivo que el enriquecimiento de su empresa.
Esta es la realidad que tenemos, y es la causa que nos tiene que llevar a protestar, a hacer huelga, y a denunciar los abusos e injusticias que están cometiendo con nosotros, de lo contrario llegará el día en que nos acortarán la cadena que nos hace ver de cerca la valla sin alcanzarla, y nos dejarán encerrados en un espacio similar a la caja tonta, haciéndonos creer que nuestra vida de mierda es producto de un anuncio mal hecho.


ANTONIO CABRERO DÍAZ. TOÑÍN

4 comentarios:

  1. Sólo dos palabras: estremecedor... y cierto.
    Silvia.

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  2. Mas pierden ellos Alberto, eres una persona muy válida así es que tranquilo, seguramente no tardando mucho alguien sabrá verlo.

    Ángel.

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  3. Totalmente de acuerdo con los dos anteriores comentarios; parece me hubieran leido el pensamiento.
    Hay que corregir cuando sea menester. Con la edad del narrador, hay quien ya ha sufrido en sus carnes la vida misma. A estas alturas, todavía me estremece cualquier relato; ahora, detesto la injusticia, tanto como la impostura. La asunción de preeminencia social, gremial, literaría o doctrinal a través de un marcado tildamiendo político, veis, obliga a narrar. Más extensión. Más trabajo...Y demuestra el del Rincón, al dedicar los artículos, al replicar, que está hecho de material sensibloide. En la Red, desgraciadamente, la gente se pone a parir. No así en pbdigital, un sitio limpio. Si escribes te expones. De hacerlo, exponerse, es preferible con herramientas.
    Gracias a nadie, no te afecta la caspa, la ranciedumbre, la tramposa y letal mentira que cobija la actual acción sindical: no la percibes porque la ignoras. Porque no conoces "la vida" que pretendes contar. De lo contrario: muy deshubicado. Verde como las ovas.
    Historias similares, se vienen dando en España toda la vida de dios.De hecho, ahora igual que con el anterior gobierno, pero menos que con el próximo.
    Ser español, te capacita para estar de huelga y protesta, sin menoscabo de otras ocupaciones. Por mi, una perpetua.
    De ahí, ha hacer proselitismo a una canalla despreciable, va mi dignidad.
    Ejercer el derecho a trabajar; está por encima de tus reivindicaciones. Es una estafa denominar general a un cuarto de huelga. La misma que hacer creer, que el movimiento tal, aglutina a los afectados de cual. La misma que tu demuestras; si a estas alturas pretendes descubrirle a alguien la vida. Ese tipo de cosas, la propaganda barata, ha traido lo de ahora...DESPETARES. Esa pretenciosidad, esa forma de corromper la inteligencia del ciudadano con métodos tan arcaicos, ya no cuenta con el soslayo de la sociedad. Los piquetes informativos, al igual que tus réplicas, huelen mal.
    Lo primero para empezar a ver la luz, es acabar con el intrusismo laboral de toda índole, que afecta a la sociedad entera. Hazte cargo.

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  4. Pues como dice Silvia, Toñín, ¡¡ Real como la vida misma !! De poco sirve comerte el tarro antes, durante y depués en tu trabajo, somos un simple y llano numero manejado con lapiz y borrador, cuando quieren te dibujan un retrato laboral acojonante y cuando les sobras de sus "Meninas"... te eliminan,asi de claro...

    Gracias como siempre por tu visión ácida de la sociedad que algunos No queremos ver cegados por ideologías

    y por supuesto GRACIAS por muchas otras cosas

    Albertillo

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