Que
nuestra región siempre estuvo ligada al antiguo oficio de la apicultura es
indudable. Primero, porque a la vista de todos está la riqueza florística de
nuestro Valle, y sin duda por los topónimos en los que aún resuena el zumbido
de las abejas, como la primitiva denominación de Mombeltrán, que según la
tradición se llamó primero El Colmenar de Pascual Peláez, quien instaló sus
colmenas en el lugar donde hoy se ubica el pueblo, a finales del siglo XIII.
Después el nombre derivó en El Colmenar de las Ferrerías de Ávila o El Colmenar
de Arenas. Ignacio Cardiñanos, de la SEVAT, nos cuenta en un estudio sobre los
judíos del Valle del Tiétar que ya en el siglo XV el judío Salomón Pilaz, de la
aljama de Candeleda, poseía cien colmenas y una majada en esa localidad. Otros
topónimos relacionados siguen en uso como el Riscal de la Colmena, en la sierra
de La Abantera de Pedro Bernardo.
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