Por Antonio Cabrero Díaz
Hola amiguitos y amiguitas de PB digital, aquí estamos otra
vez. A continuación les voy a relatar las experiencias que sufre o goza éste
que escribe cuando se va de juerga. La anécdota narrada refleja muy bien la
sociedad en la que vivimos, y los pensamientos manipulados de la gente que
forma parte de ella.
La historia esta contada a mi manera, lo que quiere decir
que la realidad a veces puede superar a la ficción, y que por supuesto no es la
verdad absoluta, pero sí mi verdad, la cual puede ser la correcta o la
equivocada.
Antes de seguir debo expresar mi más completa satisfacción
al comprobar que el día de la TAPA en
Pedro Bernardo fue un auténtico éxito, ¡ENHORABUENA A TODOS!, comerciantes,
clientes y usuarios, yo no pude asistir porque necesitaba un descanso mental y
físico.
Sin más, no sin antes recordarles que el gobierno de
¡ESPAÑA! Ha dicho que no va a subir los impuestos, o lo que significa que se
vayan preparando, esperando que les
guste, y que les disguste, les dejo con:
IMBÉCIL CON “ACENTO” EN LA “E”
A todos los imbéciles que en los tiempos que corren se creen
más que los demás y no quieren admitir que son iguales al resto, para que
cambien y opten por luchar por la justicia social y la igualdad para todos,
porque el bien común les hará alcanzar su bien personal.
Un amigo de toda la vida me llamó para quedar un sábado por
la noche para invitarme a unas cañas con la excusa de celebrar su reciente
cumpleaños, y por la necesidad de vernos pues hacía tiempo que no nos reuníamos.
Quedamos en el barrio de Carabanchel con otros cuantos
“elementos” más, pertenecientes a ese tipo de gente que los representantes de
la moral y de lo correcto suelen denominar “viejos pellejos”.
La noche como pueden intuir prometía ser intensa e interesante,
o lo que es lo mismo, que la borrachera iba a ser gorda, de esas que a la
mañana siguiente le hacen recapacitar a uno sobre el hecho de volver a beber,
duda esta que se resuelve en el instante que te vuelven a llamar para tomar
cañas y te tomas la primera.
Soy el primero que asume las características de mis amigos,
e intenta respetarlos y comprenderlos, sabiendo perfectamente hasta donde puedo
llegar, y que cosas puedo hacer con unos u otros, como ellos lo saben respecto
a mí. Cosa esta que no quita para que vaya teniendo una edad para aguantar
ciertas cosas, ciertos comportamientos, y a ciertos sujetos.
Cuando estoy de ronda no me interesa hablar de temas
transcendentales ni entablar discusiones políticas, y mucho menos debatir sobre
fútbol y temas sexuales, porque considero que lo fundamental es disfrutar de
las compañía que se tiene echando unas risas. Esto es lo básico para mí, y si
veo que mi idea se tuerce o se estropea comienzo a sentirme incómodo, incluso
nervioso, y me entran ganas de irme por donde he venido.
Entiendo y respeto que otras personas tengan inquietudes
deferentes, y otras maneras de divertirse, como sacar de quicio a sus
interlocutores con discusiones interminables y absurdas, o aleccionarnos con su
sabiduría, intentado demostrar que sus ideas son únicas y las mejores, y que
saben de todo mucho más que el que le escucha, o hace que le escucha.
Tengo todo el derecho del mundo a ignorar a este tipo de
gente, y a no hacerles ni caso, puesto que soy libre de estar, escuchar, o
debatir con la persona que yo crea conveniente o quiera estar conmigo, sin que
esto quiera decir que yo sea mejor que nadie, o tenga más razón que nadie.
En la noche que nos ocupa estábamos cañeando seis amiguetes.
La cosa no empezó mal, los leves intentos de provocarle a uno para que entrar
en discusiones sin sentido fueron cayendo en saco roto uno a uno hasta que la
madrugada, el exceso de alcohol y la pérdida de paciencia surtieron efecto.
Un amigo de un amigo, al cual conozco superficialmente desde
hace mucho tiempo, y al cual considero buena gente, después de hablar de temas
que ignoré, comenzó a decirme lo bien que lo estaba haciendo este gobierno, y
que como muy tarde el próximo año íbamos a salir de la crisis, y que todo nos
iba a ir mucho mejor.
Ante tan absurda y majadera afirmación ya no puede más, y le
contesté que sí, que el año que viene superaríamos el porcentaje de paro, y que
si la gente no trabaja no puede gastar y vivir en unas condiciones dignas, y
que por este motivo fundamental no veía yo en donde íbamos a mejorar con una
economía en continua recesión.
El fanático votante del PP, con un tono entre dialogante y
burlón, continuaba defendiendo a quienes le roban y oprimen, y yo intentaba
pasar de él y sus palabras, hasta que llegamos, no sé por qué la verdad
(imagino que por la pérdida de derechos), a Franco y su dictadura, de la cual
comenté que fue responsable de más de medio millón de muertos.
En tono irónico y escéptico me dijo que no sería para tanto,
dejando caer que el dictador no mato, y que si lo hizo fue porque no tuvo más
remedio, y que lo demás eran bulos levantados por la chusma de la que yo formo
parte; rojos, perroflautas y masones.
Armándome de paciencia le argumenté que yo había estado en
la apertura de fosas en donde había visto huesos y cráneos con tiros de bala de
los asesinados, y que pertenecía a una asociación de Memoria que investiga y
denuncia los crímenes franquistas que a día de hoy gozan de una inmejorable
impunidad. Terminé mi argumentación diciéndole que los datos de las víctimas
los había facilitado Telemadrid en sus noticias, televisión dominada y
manipulada por su querida Esperanza Aguirre, poco sospechosa esta de tener
ideas parecidas a las mías.
Como veía que el muchacho seguía en sus trece, pedí otra
cerveza y me fui a echar un rato con mi colega Richy, a ver si cambiando de
lugar cambiaba de tema.
El peregrinar por los bares continuó hasta acabar en uno de
los pocos que siguen siendo fieles a las costumbres y tradiciones rockeras de
los ochenta, y en donde, como ya han adivinado al ser lectores inteligentes, el
ser superior por concesión divina volvió a la carga, y es que el cumpleañero
iba que no veía ni las puertas, otros muy “colocaos”, y yo pues muy calentito,
pero en esto caso y lamentándolo mucho no por el alcohol.
Ante tal panorama, me encontraba yo pensando en por qué no
había convertido en realidad la idea de huida que había planeado al salir del
anterior local, siendo un gran escapista como he demostrado a lo largo de toda
mi vida nocturna.
El moderno, democrático y perfecto neoliberal, demostrando
que ser paliza no es exclusivo de unos pocos, entró de lleno a criticar a
aquellos que tienen la desgracia de ser estafados y robados por los bancos, y
que no reciben ningún amparo por parte de las administraciones públicas, los
Afectados por la Hipoteca.
“A nadie le obligan a pedir un hipoteca”, esta fue la frase
amigos, acompañada de risas y burlas, regadas estas con un alegría y mala leche
esperpénticas, de nuestra buena persona.
“Este tío es imbécil, pero con “acento” superlativo
en la “e”, es que le parto la cara”, pensé yo. Pero luego me dije, “como le voy
a dar, aunque se lo merezca, si le conozco de toda la vida”. Así que miré para
otro lado (no quería ni verle), y continué tomándome mi consumición tranquilamente,
haciendo como si nada hubiera escuchado.
Pero mira tú por donde los lados, como la vida, tienen
muchas perspectivas, y al otro lado estaba Richy, él cual le había oído, a la
vez que le había visto reírse de la desgracia de los demás, él cual no le conocía
de toda la vida y estaba realmente enfadado, y al cual yo veía que sí podía
darle el bofetón que se había ganado a pulso.
Me puse en medio, le indiqué que era absurdo perder nuestro
tiempo en razonar con quien no quiere, y que no merecía la pena seguir
alternado en esas condiciones. Así que sin decir ni adiós al resto del grupo,
cogí a mi colega, y a otro más que andaba por allí, y nos fuimos a casa.
Queridos lectores hay veces que uno reflexiona, a toro
pasado, en lo bien que hubiera estado quedándose en casa, sin aguantar a nadie,
y menos a personas que no quieren ver que no son nada extraordinario. Gente que
no se da cuenta de que la democracia da pánico a los que tienen el poder, y que
es por este motivo por el cual limpian la mente y la razón de sus ciudadanos
dándoles información manipulada que proviene de dos grandes grupos
empresariales, los cuales con su monopolio de pensamiento consiguen que gente
buena se convierta en perritos ignorante y falderos.