El Rincón de Toñín

Hola amiguitos y amiguitas de PB digital, aquí estamos otra vez. Hoy les voy a contar una historia real como la vida misma aunque sea pura ficción, sin poder dejar de lado la candidez que demuestra la gente cuando se sorprende por la corrupción de los partidos políticos. Sin más, esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

MAZINGER Z TRABAJA PARA UNA MULTINACIONAL

Un saludo a “J” cabezota, luchador social, rockero,  y muy vikingo (no se puede ser perfecto), que es sin duda buena gente que camina.

Había cumplido cuarenta años, estaba felizmente casado, tenía dos retoños, y le esperaba un buen puesto de ejecutivo en una multinacional de la energía. Tenía un despacho que más quisieran muchos tenerlo como vivienda. Su cuerpo conservaba el brillo metálico de su armazón, aunque ya se iba apoderando de sus cabellos un color gris alambre.

Había sido un robot colosal, un ente diseñado y programado para luchar contra las fuerzas del mal, y defender la paz en el mundo. Él pertenecía al bando de los que utilizaban la ciencia para el avance de la humanidad y no para su destrucción.

Todavía mantenía contacto con su maestro. El viejo Kabuto vivía apartado de la opulencia de la gran ciudad, recluido en una casita cercana a un lago. Era el artífice de su existencia. Era el culpable de que él en un tiempo no muy lejano fuera el máximo exponente de la justicia y la bondad.

Los años que pasaron juntos fueron maravillosos. El Doctor Infierno nada pudo contra ellos. Este villano lo intentó de múltiples formas y maneras, mandó contra ellos otros robots parecidos pero muy diferentes por dentro. Demos F3, Barada K7, Doublas M2, y así sucesivamente una interminable lista de hierros sin alma fueron cayendo ante su fortaleza y poder.

Antes había malos y buenos. Los malos eran muy malos, no tenía más que recordar al Barón Ashler. ¡Vaya pinta!, mitad hombre, mitad mujer. Todo dependía de según lo miraras, si desde el perfil izquierdo o desde el derecho. En la actualidad sería encasillado como transformista, transexual, o quizá como transformer.

El antiguo héroe también recordaba a su primer amor, Afrodita A. No había olvidado sus alerones rosas, su cabeza amarilla, y sus grandes ojos. Cuántas aventuras vivieron juntos, cuántas veces fue a su rescate cuando a ella no le servían como defensa sus pechos fuera.

Sin ninguna duda fue la mejor etapa de su vida. Mazinger Z era conocido y valorado por todos. Los golpes que le daban era como si los recibieran los humanos, y los que él daba era como si los dieran ellos.
Ya no había imperio del mal, se había terminado la guerra fría hace tiempo. Ya no había una amenaza exterior, y sólo existía el mundo de los buenos, lugar este en donde él lo vio claro, y eligió el camino de lo sensato y políticamente correcto.
Nuestro defensor de metal, pasados los años, comprendió que la vida de héroe es muy bonita pero no compensa. Entendió que lo primero es el propio bien y luego la justicia social, la igualdad, y todas esas pamplinas.
El centro de investigación donde vivía no estaba mal, pero se le quedó pequeño. Él no estaba solo, tenía familia, y un porvenir con un gran futuro que no podía desaprovechar.

Koji, su antiguo conductor y amigo, llevaba años formando parte de uno de los partidos políticos más importantes de su país, del país de los buenos. El joven Kabuto fue más inteligente que nuestro amigo y dejó mucho antes que él la vida de caballero andante, cambiándola por una vida de burocracia, pactos y acuerdos.

Mazinger ingresó en el partido de Koji, y como era de esperar ante tan increíble fichaje arrasaron en las elecciones. Llevaban  muchos años en el poder, y como todos sabemos el poder desgasta, pero sobre todo corrompe.

El Doctor Infierno por otra parte comprendió que las guerras se ganan más fácilmente con acciones que con sofisticadas armas, y montó un gran emporio a modo de multinacional. El Barón Ashler, estéticamente operado, era el que figuraba como testaferro en la presidencia de la misma, y el que representaba a las filiales, las cuales se ramificaban en sociedades como las raíces de los árboles por los paraísos fiscales de todo el mundo.

Los que en un tiempo eran buenos y ganaban a los malos recibían donaciones a modo de grandes sumas de dinero por parte de los que en un tiempo eran malos y perdían con los buenos. Nuestros héroes aceptaban dinero ilegal, financiaban su partido, ganaban elecciones, y alcanzaban el poder. En contra partida concedían licencias para la construcción de infraestructuras a las empresas que generosamente les hacía esas donaciones.

Todos ganaban, los que un día defendían al pueblo, y los que un día le atacaban. ¿Y qué pasaba con el pueblo?, pues que con los altos impuestos que les imponían sus gobernantes hacían que aumentaran las fortunas de los citados anteriormente, y que disminuyeran sus paupérrimos ahorros y su debilitada calidad de vida.

Mazinger Z miraba su despacho por última vez, quería borrar todo de su memoria, de la misma manera que había borrado su vida anterior. Dejaba la política, cambiaba de trabajo. Ahora le esperaba otro despacho, un sueldazo, y una vida tranquila en una multinacional del gas, que contra todo pronóstico no era natural.

En el reino del bien todo estaba maquillado, y todo manipulado. Se colocaba a antiguos superhéroes en gobiernos democráticos, se ponían periodistas que parecieran de diferentes ideas, y se nombraban a dedo jueces imparciales. Todo era perfecto, todo era justo, todo era normal, aunque detrás de estas personas estuvieran los esbirros del Señor Infierno, a los que en otra época se les conocía como “Mascaras de Hierro”. Ahora se la habían quitado, porque incompresiblemente no tenían necesidad de ocultar su verdadero rostro y sus malignas intenciones.

El mundo estaba en realidad dominado por el mal, y Shiro, el pequeño de la saga Kabuto, lo sabía muy bien, como muchos otros que diariamente luchaban contra él, y a los que los organismos oficiales, poseedores de la verdad y la ética, denominaban violentos y antisistema.

Nuestro joven guerrero a pesar del dolor que le causaba sabía perfectamente que el hecho de que su inolvidable Mazinger Z hubiera alcanzado un gran puesto en una importante multinacional no era por su capacidad y sabiduría, sino como consecuencia de los favores prestados. También sabía que al ciudadano le estaba oprimiendo la corrupción y la avaricia, y que había que luchar para derrocar a los responsables utilizando un arma nueva, más poderosa que los puños fuera y los rayos laser, y más sofisticada que los bombas inteligentes, EL CEREBRO.



ANTONIO CABRERO DÍAZ. TOÑÍN

1 comentario:

  1. Venga monillo...el proximo viernes nos hablas de cuando te fuiste con Marco a buscar a su mamá jajajajaja

    El Anonimo

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